Quantum cloud, de Antony Gormley
Desde siempre, cuando alguien me cuenta que hizo esto o aquello, me pregunto si yo también puedo. Y aunque no lo quiera, igual me pregunto si podría. ¿Una competencia interna?
Celebro con frecuencia contar con la compañía de gente habilidosa que se dispone a cubrir esa enorme extensión de capacidades que me faltan. Sin embargo, hay algunas cosas que nadie puede hacer por mí. Nadie puede hacer un ayuno por mí, o un entrenamiento de varias horas, o bailar, o descansar.
En la inmensa soledad de esa constatación conozco el miedo, porque a veces no me sale ni aplicarme a la tarea ni entregarme al ocio. El tiempo se llena de vanas ocupaciones que no son una cosa ni la otra, nada peor que un vacío que no termina de serlo… hasta que algo me “pesca”, me engancha y me lanza a una superficie insospechada. Una de esas nimiedades me contenta, y a diferencia de otras épocas me dejo sacar a flote, con una levedad prestada que recibo sin culpa.
La sorpresa es que desde arriba, con un poco de sol y viento a favor, el desafío se disuelve como un remolino cuando la corriente para.
Impecable descripcion de ciertos momentos que solemos tener y que no habia encontrado hasta ahora expresados con tanta sutileza. Hay mucho de impresionista en esta evocacion de esos momentos. Cuando lo leemos , nos parece escuchar como fondo, musica de Debussy...