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Gracias y disculpas





“Gracias”. “Disculpas”. Palabras que, si precisamos pronunciar muchas veces, es señal de que los actos no las dicen. ¿Hasta dónde es cuidado y dónde empieza una moral, un temor a a dar menos de lo que la otra persona espera, o a estar en falta según el sentido común del intercambio omnipresente?


Midamos: en un platillo de la balanza unos gramos de cariño y en el otro una pizca de favores. Ecuación propensa a que uno de los miembros se sienta estafado.


A veces, una palabra es investida de la consistencia del acto.


Cuando los actos no logran ser traducidos en palabras es posible que una sordera factual nos impida descubrir ahí una comunicación tan rica como la verbal.


“Contar con pelos y señales” es una expresión que se usa para describir una narración pormenorizada. A mí me remite a la no verbalidad de algunas formas de expresión. Incluso evoca una cierta desesperación en el intento de traducir el universo táctil y visual al sonoro.


Me consuela pensar que cuánto menos explicaciones más descubrimientos.


O el silencio de la perplejidad.



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