Antropometrías, de Yves Klein
A veces pienso que estas no son mis palabras, son las de otres. Mis preguntas, ya otres se las plantearon, e incluso encontraron respuestas semejantes que desde las lecturas y las charlas me soplan estas oraciones. Pero me respondo que, en cierta forma, somos una particular y siempre única combinación, un cruce momentáneo de todas esas influencias. Reunimos, todes, las innumerables voces que nos han atravesado, y a partir de esto actuamos, expresamos acuerdo o desacuerdo, dudamos…
Somos como huellas digitales. Aunque compartamos porciones de esos trazos en común, el conjunto personal es siempre único, me digo. Lo que te define es lo que acentuás o lo que atenuás, qué sectores dejás entrever de tu trama.
Dado que somos resultado de múltiples datos que convergen y nos dan forma, dado que siempre existe algo anterior que nos influye irrevocablemente, me pregunto: ¿podemos traer algo nuevo al mundo? ¿es posible la creación, la invención, en un mundo tan abigarrado de contenido?
Si lo pienso así, puedo entender fácilmente por qué tener hijos es una elección que sigue en el top ten del ranking. Sin duda es traer algo nuevo al mundo -a alguien-.
La novedad puede ser la particular coexistencia de información que se da en este sistema en particular que sos vos. Y por eso, sos capaz de unir dos conceptos tan distantes para el resto del mundo, pero que para vos comparten un mismo lugar en el pensamiento. El lugar que esos dos puntos tan lejanos comparten sos vos.