Brian Dettmer's book art
Vos podés, vos tenés, vos sabés.
Escribir en segunda persona es hablarse a uno desde afuera. Y de repente llegar a otro, rozar casualmente al otro, con una intencionalidad velada. Nunca hablar a otro desde la claridad de las conclusiones ya elaboradas sino desde la penumbra de la reflexión, que si se practica acompañado, conduce más directamente a la vereda del sol.
Tengo permiso para sacudirte, entonces, porque es a mí a quien sacudo en primera instancia. Y si sacudo a otros, que sepan que reciben ese estímulo recién después de que me haya atravesado por entero, la médula al son de las conclusiones elaboradas en tiempo real gracias a su amable compañía.
Como lector, he vivenciado la soledad de no estar leyendo un libro. Como escritor nunca me sentí solo: escribir incluye la compañía de los lectores fantasma, una legión de no vivientes o no nacidos que puntualmente apoyan sus mentones detrás de mi hombro mientras tipeo. ¿Escribirán los exiliados en otro planeta, destinados a nunca volver a intercambiar mensajes con sus congéneres? Yo lo haría únicamente si confiara en la existencia de seres extraterrestres.