La Humanidad cambió bastante desde el Imperio Romano.
En aquella época, el pueblo se satisfacía con pan y circo.
Hoy, exige pain au chocolat y Cirque du Soleil.
DeRose
Escuchando un reportaje a Liniers me llamó la atención lo siguiente: se hablaba sobre habilidades inútiles y él dijo que todo lo que hacía era inútil, que si fuera abandonado a su suerte en medio del apocalipsis zombi no sobreviviría ni dos segundos. Para él, están los que desempeñan las funciones “útiles”, como construir casas y cosechar, y los que se ocupan de para qué vivir, como los cineastas, pintores o filósofos. Porque ¿para qué estar vivo, si no hay diversión o trascendencia o reflexión?
La explicación se muerde la cola, porque si algo se vuelve indispensable para dar sentido, y el sentido en sí es una condición sine qua non para elegir seguir vivo, entonces quien produzca ese algo indispensable, llámese cultura o diversión, está desempeñando una función sumamente útil, tan vital como la de producir alimento. Entonces me pregunté si alguna vez estuve en el lado que amasa el pan, porque hoy en día estoy claramente en el que organiza el circo.
Me remonto generaciones atrás y no encuentro ningún antepasado que haya pertenecido al grupo que apila los ladrillos o planta tomates. ¿Me voy un poco de tema si me pongo a pensar en todas las almas que intervienen en la creación de lo que me rodea y alimenta, en el ser colectivo que se volvió el humano, en la dependencia extrema que tenemos de otros seres (humanos y no) para la continuidad de nuestra apacible existencia?
¿Cuál es mi profesión? Profesora. ¿Cómo hago para mejorar el mundo a mi alrededor? Enseño. ¿Qué aporta mi trabajo? Herramientas para ser feliz y hacer felices a otros, a personas capaces de usarlas. ¿Cómo contribuye eso a solucionar el problema del hambre en el mundo? Ni idea, pero si hay una conexión entre una cosa y la otra, estoy acá para averiguarlo.
